Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Francisco
de Quevedo y Villegas.
Era
un poeta burlón y esquivo, satírico, respondón, obsceno, de temperamento
sensible y tímido que trataba de sobrecompensar con su lengua afilada y su
ingenio vivo, de talante tranquilo si no se le molestaba, o si no bebía,
nervioso y cicatero si se le pinchaba lo suficiente. No hablo de Quevedo, que
también. Hablo de mi amigo Miguel de Musa, que tuvo la suerte o la desgracia de
nacer con el nombre que antaño Quevedo, sí, Quevedo, usara como pseudónimo. Fue
este hecho el que hizo a mi viejo amigo comenzar a interesarse por las obras
del poeta del Siglo de Oro, a querer imitarle, y a descubrir que en cierto modo
ambos eran ya muy parecidos.
Pero
Miguel de Musa no componía versos para la Corte ni se batía en duelo literario
con lo más granado y valioso de la intelectualidad española precisamente.
Miguel de Musa se dedicaba a componer poesías para revistillas y periódicos y a
fumar como un carretero entre estrofa y estrofa, a gastarse la mitad de lo que
ganaba en el juego y a beber como un cosaco las noches en las que salía, que
eran pocas, pero rotundas. A Miguel de Musa no le solía gustar la gente, y
mucho menos aún las mujeres, a las que dedicaba profundos versos rencorosos de
misoginia y a las que, cuando bebía, trataba de promiscuas y asquerosas para
arriba, lo que le llevó a tener no pocos problemas, y a empeorar su relación
con ellas considerablemente.
Mi
amigo Miguel de Musa murió el año pasado, con cientos de poemas compuestos,
infeliz y lleno de talento, como tantos otros. Y eso nos hizo pensar a todos en
cuánta gente hay en el mundo que brilla considerablemente y que nunca llega a
nada por no rodearse de la gente adecuada. Francisco de Quevedo se pasó la vida
entre cárceles y destierros por no saber frenar la lengua ni la pluma. Mi amigo
Miguel de Musa se la pasó entre portales cerrados y camas vacías por no querer
frenarla, y por no saber frenar sus pensamientos, ya de paso, que le
atormentaban y atropellaban constantemente, pensamientos que ordenada y
sistemáticamente le destrozaban por dentro. Un hombre más, de entre tantos
otros, que pudo haber hecho mucho si no hubiera estado completa y rematadamente
loco.
ME GUSTA MUCHO, Y LA ANTERIOR TAMBIÉN :)
ResponderEliminar