Venus

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jueves, 30 de agosto de 2012

Paraíso (II)

- Te quiero. -le dije. - Te quiero mucho. La acaricié por el cuello y la besé en la mejilla. Su respuesta fue un suave suspiro. Tenía los ojos entornados y estaba cansada y satisfecha. Casi se diría que ronroneaba como una adorable gata panza arriba.

Cualquier otro se hubiera comido la cabeza con esto; le había dicho “te quiero”, y ella ni siquiera había contestado. Eso es porque hay parejas, y son la gran mayoría de las parejas de este mundo, que tienen miedo a decirse que se quieren el uno al otro. Empiezan conociéndose en una discoteca, se besan antes de llegar a intercambiar dos palabras, se acuestan. Vuelven a besarse, vuelven a hacer el amor, hasta que un día deciden que sí, que como hacen esto todos los días, tienen que ser novios, suponen ellos. Esas parejas no suelen durar mucho, y sin duda nosotros no éramos una de ellas. “Le he dicho te quiero”; para la gente de la que hablo esto implica una especie de cambio de nivel, un paso importante. Nosotros llevábamos diciéndonos lo mucho que nos queríamos desde los ocho años, así que bien podía decirme lo que me quería cuando le viniera en gana, quedarse acurrucada en la cama en vez de contestarme o llamarme un día cualquiera a las tres de madrugada para decírmelo a gritos; habíamos llegado a un punto en el que podíamos decirnos justo aquello que sintiéramos y justo en el momento en el que lo sentíamos, y eso sí que era un auténtico Paraíso.

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sábado, 18 de agosto de 2012

Los niños del Deluro


"La conmiseración con los animales está íntimamente unida con la bondad de carácter; de tal manera que se puede afirmar, de seguro, que quien es cruel con los animales no puede ser buena persona."
Arthur Schopenhauer.

     En primer lugar, es necesario señalar que los niños del Deluro son fecundados in vitro en los grandes laboratorios de los señores del Reino, y que sin su actividad, los niños del Deluro nunca nacerían. No gozarían del amor de sus padres, de sus primeras palabras, de la simple visión del mundo, ni mucho menos gozarían de la comida, la bebida o el sexo, no tendrían nada, no nacerían.
     Pero los niños del Deluro cumplen una finalidad muy concreta, y es satisfacer uno de los más extraños caprichos de los Grandes Señores. Hasta la mayoría de edad, los niños del Deluro son criados y mantenidos por estos grandes poderosos. Pero el día en que cumplen dieciocho años, son sometidos al Viejo Rito: En la Plaza Pública, el niño ya adulto debe ser sometido a tortura a la vista de todos; se le clavarán pinchos en el cuerpo hasta que sangre y agonice, según las leyes del Deluro, hasta que se arrastre por el suelo, y después, hasta que muera. Será sometido a este dolor y crueldad durante al menos una hora, y al final se le clavará una espada que lo hará morir de forma definitiva.

Pues bien, estos son los hechos: El Reino de Deluro es España y los niños son los toros de lidia. Sin los caprichos de los Grandes Señores (los criadores del toro bravo), no nacerían, no disfrutarían de un minuto de vida, no abrirían los ojos jamás; pero eso sí, los niños del Deluro jamás serán dueños de sus vidas, y deben saber que en cuanto tengan la edad suficiente morirán de la forma más trágica y dolorosa posible, humillados, torturados, sacrificados. Sólo que los toros ni siquiera lo saben.
Expongo los hechos, desde otra perspectiva, sí, pero hechos consumados. Que cada cual aquí se forme su opinión.

domingo, 5 de agosto de 2012

Adán y Eva


Se conocieron en el Paraíso, dicen algunos, pero hay otros que no tardan en captar la ironía. El Paraíso, resoplan entre dientes, el Paraíso, decís. Un bosque lleno de bichos, sin una casa en la que dormir, al raso, sin unos míseros zapatos, tapados únicamente por una hoja. Sin ropa, sin una habitación en la que cobijarse. Sin cuarto de baño, sin cocina, sin sofá. Sin luz eléctrica, sin televisión, sin internet, sin DVD, sin teléfono móvil. Sin vehículo propio, sin videoconsola, sin ordenador. Sin los vaqueros de Tommy, sin el Digital +. Sin Blackberry, sin Samsung Galaxy ni Dolby Surround. Sin PlayStation 3, sin Xbox. Sin Whatsapp, sin Bluetooth, sin Twitter y sin Facebook. Sin empleo ni sueldo. Sin dinero.
            Pues vaya mierda de Paraíso, diría Adán… Sin poder comprar bienes o servicios ni comerciar con el trabajo de uno mismo o con el de los demás. Únicamente cogiendo lo que necesita de la naturaleza, con miles de horas libres y aburridas sin llenarlas de nada, sólo comiendo, bebiendo, paseando por la naturaleza y haciendo el amor con la mujer a la que quiere. Sin horarios, sin trabajo, sin política, sin religión. Sin intercambio monetario, sin noticias del mundo internacional, sin costes ni beneficios, sin empresas, sin votos, sin jueces ni abogados, sin jubilación anticipada, sin Hacienda, sin deuda pública, sin banqueros, sin cárceles, sin armas. Un horrible Paraíso, sin duda. Fue mucho mejor el mundo real.


“Para Adán, el Paraíso es donde estaba Eva”.