Venus

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domingo, 21 de octubre de 2012

Expresión. Última entrada de mi blog.


Expresión

 
“El arte es sobre todo un estado del alma”.

Marc Chagall.
 

 

Te oprime, a veces,

el mundo te oprime,

y te aplasta,

y te asfixia,

te supera, te vence,

y te rinde.

Y te rindes.

 

Porque a veces las cosas no son como deberían.

No son como están en tu mente.

 

Y la continua espera a que las cosas cambien

te llena de angustia. Te llena de angustia y de pena.

Pero no cambian, no tan rápido como tú deseas.

No cambian tan sólo porque te lo merezcas.

 

Porque a veces las cosas no son como te gustarían.

En el mundo. En ese mundo real que te rodea.

 

Así que tienes que evadirte

de la pena y de la soledad.

Pero no te rindes,

pues esta será la única pelea

que puedas ganar sin pelear.

 

Tan sólo tienes que cantar y bailar.

 

O que escribir, o que pintar.

Quizá sólo tengas que leer un poema.

 

En cualquier caso tienes que soñar.

 

Tienes que huir a ese mundo que está dentro de ti

y que no comparten los demás.

 

Todo el mundo necesita expresarse para ser feliz.

 

Creando o conectando con el arte, de cualquier manera;

pero todos necesitan desahogar sus penas.

Es la música, es el cine, es la risa y la comedia.

 

Es al mismo tiempo escuchar y decir.

 

Decir todo lo que no puedes, pero deseas,

y deseo,

pero no puedo,

para poder expresarme, y que me veas,

y que me leas,

y poder escapar

a ese lugar al que nadie tiene acceso.

 

Porque al cruzarse con él todo fluye y es eterno.

Porque eso a lo que llaman arte te permite olvidar.

Porque a veces un libro o una foto pueden hacer más que mil personas.

Porque una canción o un cuadro pueden sacarte del aquí y ahora

y hacerte delirar.

Por eso el arte es la expresión más noble y más alta

y a la vez la más sincera y humilde.

Hay veces que el arte es la única salvación.


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@MarioElegancia

jueves, 11 de octubre de 2012

Inamovible



"Toda la dignidad del hombre está en el pensamiento."
Blaise Pascal.
 
Tuvo el honor de nacer en Francia, en una época en la que la ebanistería  era fruto del trabajo más cuidadoso y del mayor respeto por la profesión.  En los años posteriores a su nacimiento, no han sido pocas las veces en las que los mejores artistas y artesanos han intentado unir sus fuerzas para elaborar un mueble igual, o al menos parecido. Pero la silla sigue en el desván, sin inmutarse, única, inimitable. La robusta madera, brillante, impoluta, se pliega y se curva con la ligereza de un cisne, diseñada para permanecer en perfecto equilibrio, manteniendo a la vez una sugerente y silenciosa elegancia.  

El resto de los muebles la miran, admirados, o envidiosos. Ni la novedad ni el colorido ni la juventud han podido con su regio porte, ella sigue siendo la reina. Y les voy a contar un secreto: todos estos muebles fueron antes personas. Todavía podemos apreciarlo en sus formas, o en sus posturas, o en el inconfundible resplandor de sus inexistentes miradas. Todos ellos vivieron a su manera, hasta que la hechicería y la prosa los convirtieron en lo que son. Y ahora todos ellos yacen inertes, excepto la silla, la hermosa reina, que sigue esperando porque todavía cree en la magia.

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