Venus

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jueves, 5 de julio de 2012

Paraíso


Con el transcurrir de los años, la adolescente serena y despreocupada que era Lucía pasó a recrearse un poco más en su belleza, aunque siempre de forma sobria y elegante; dejó la diadema al fin y peinó su melena negra con un flequillo de medio lado, comenzó a elegir cuidadosa y detalladamente su vestuario, incluso a diseñarse a veces sus propios vestidos, y con el escaso maquillaje que utilizaba hizo maravillas. Tuvo siempre a Coco Chanel y a Edith Head por las más grandes, y gustó de usar a ratos la traviesa y joven hermosura de Audrey Hepburn y a ratos la sensualidad sofisticada de Sofía Loren, pero también aprendió de la refinada elegancia de Catherine Zeta-Jones, o de la templada sencillez de Diane Kruger, en todas ellas y en muchas otras encontró algo de lo que inspirarse, y sin embargo siempre de forma modesta y personal, discreta, pero mujer y bella al fin y al cabo, y siempre con una mirada propia y llena de identidad, nunca sometida a nadie, haciendo gala de un eterno embrujo de fuego helado, tierna y encantadora y a la vez terrible. Y con esos ojos que a todos embelesaban, pero que miraban sólo con cuerda curiosidad y gracia, mas con amor únicamente a uno; pudo sentirse él en estas ocasiones el más afortunado del mundo.

Fragmento de "Paraíso", libro en construcción.

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