Venus

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martes, 1 de mayo de 2012

Llamar la atención

"No me arrepiento de todos aquellos años de provocación. Entonces me motivaba hacerlo, pero ahora no tiene sentido porque cualquiera puede."
Madonna.

Este es un monologuillo que envié a un concurso del Hormiguero y ahora me ha hecho gracia verlo, si hubiera ganado sería guionista del Hormiguero actualmente. Pero como lo escribí en dos minutos y es malo con ganas, pues no gané, en fin aquí lo tenéis:

        Desde que yo recuerdo, siempre me ha gustado llamar la atención. Todo comenzó cuando, de pequeño, defequé en un pasillo. Hacía poco que me había liberado de mi viejo enemigo el pañal y aún no controlaba del todo situaciones como aquella. El pasillo era muy largo y el cuarto de baño estaba tan, tan lejos… Recuerdo aquella como la primera vez en la que conseguí la atención de todos mis congéneres, mi padre y mi hermano se reían a carcajada limpia y mi madre me azotaba en el culo como en un alegre baile de reggaetón. No había para tanto, yo era pequeño y alocado, a mis catorce años de edad no podían exigirme ser perfecto.
        En cualquier caso, aquella experiencia me hizo ver lo verdaderamente adictivo que podía ser llamar la atención de las personas. Sus miradas, sus comentarios, su desaprobación, todo ello lo recibía con gran satisfacción, ya fuera poniéndome una cresta punk o disparando una pistola en el autobús. Recuerdo especialmente cómo obtuve la atención de todos al situarme en dirección contraria por la autopista. Y qué cuidados luego, y qué mimos, qué algodones más suaves en mis heridas y cuánto cuidado al ponerme las escayolas, qué consideración tuvieron en el hospital, qué inmenso placer. Algo más tarde, ya en la cárcel (por lo visto aquello era un delito y los delitos se pagan, excepto la piratería claro)  intenté atraer la atención de mis semejantes fingiendo que se me caía el jabón en las duchas, pero nada, ninguno quiso saber nada de mí, se hicieron los estrechos.
        Así pues, ya habéis visto que tengo un pequeño problema en el cerebro, “pequeño problema” que tira a “enfermedad mental”. Vamos, que soy un psicópata, se podría decir. A pesar de todo, mi breve estancia en la cárcel, ignorado por todos (se me cayó el mito), me hizo ver que la atención de la gente no lo era todo en este mundo. Me reformé, terminé mis estudios universitarios y encontré trabajo en una gran empresa (Telepizza). Sin embargo, pronto fui despedido, ya que en carnavales los empleados organizamos una pequeña fiesta de disfraces, y tuve la feliz idea de acudir vestido de Oso Yogui; es decir, desnudo y con una corbata. Y esto no gustó nada a mis compis.
        Había vuelto a recaer, no pude evitarlo. Me convertí en un yonqui de las miradas ajenas, al nivel de Michael Jackson, Lady Gaga, o Belén Esteban. En poco tiempo pasé a ser uno de esos exhibicionistas que se cuelan en las galas de cine y en los partidos de fútbol para mostrar sus vergüenzas al público; cuando salen en la tele, todos dicen cosas como “ya está el típico subnormal que quiere hacer la gracia” o “ya está el tonto de todos los partidos”… Pues yo era ese tonto de todos los partidos, y ya lo creo que me gustaba. Los policías corrían detrás de mí y yo los esquivaba con mi falda escocesa como única prenda; todos me miraban, y por lo tanto todos me querían (deduje). La buena vida. Me puse de acuerdo con una empresa de publicidad y me tatué “Seguros Pelayo” en el pecho. Ellos me pagaban por lucir mis partes pudendas, y yo lo hacía sin el menor problema. Eso sí, cuando la gente me preguntaba por mi trabajo, solía decir que era publicista.
        Conforme pasaban los años fui arrepintiéndome de mis actos (además de ir ganando peso y perdiendo pelo). El dinero que ganaba en mis gestas publicitarias lo invertía en obras benéficas, con eso lo digo todo. Incluso fui a un confesionario, a confesarme, lógicamente. Sin embargo, no pude evitar darle un puñetazo al cura. Seguidamente, no pude evitar darle un beso en los morros. No por nada, por llamar la atención. Tratándose de hacer cosas raras, yo era un auténtico maestro. Claro que, haciendo tonterías de este calibre, no podía ganarme la vida… ¿O sí? ¿Es que acaso no hay gente que se gana la vida de esta manera? ¿Haciendo cosas raras, sin más, y llevándose la atención de toda España, como yo tanto deseo? Claro que la hay, y esa gente hace programas de televisión. Así que allí que me dirigí, a la sede central de la perversión humana y de la corrupción ética y moral, Telecinco, y allí que sigo, gritando y diciendo pamplinas de todo tipo y vestido al estilo más sexualmente ambiguo que he podido encontrar. Y allí que estoy, amigos. Si quieren verme, ya saben lo que hacer.   

*P.D: Miren mi página en FB http://www.facebook.com/marioherreroescritor

4 comentarios:

  1. hola, acabo de ver tu blog y mi rato para leerte ya lo tienes :)
    ya tienes 1 seguiadora mas, te dejo el mío y si te gusta
    pues...me encantaría q tb tú te hicieras seguidor :))
    www.hunterchic.es

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  2. Hola acbo de encontrar tu blog y me encanto :) te sigo te dejo mi blog x si queres pasarte y si te gusta seguirme http://estefiid.blogspot.com.ar/ besos♥

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  3. Fruto mario, no lo habia leido!!! no sabia que habias aspirado a fruto guionista, yo no te dejo el enlace de mi blog como escusa al haberte "leido" con un soso :) fingiendo que me gusta porque me gusta de verdad, que te vaya bien!

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